La moxa se produce a partir de la hoja de la artemisa (Artemisia vulgaris), muy valorada por sus propiedades tanto en Occidente como en Oriente. Para su uso en acupuntura, hay que secar las hojas perfectamente para luego deshacerlas en pequeños filamentos o machacarlas. Lo que queda es la “lana de moxa”.
Al quemarla, su enorme capacidad calórica se pone en activo y desprende sus apreciados aceites esenciales.
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